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Mostrando entradas de marzo, 2014

Chiapas (primera parte)

Chiapas es una palabra demasiado extensa para todo lo que supone. Ir a México y no ver Chiapas es, a mi modo de ver, el primer paso para no entender de forma completa el país. Ya dije que hay uno y mil Méxicos, y es cierto que todos son necesarios, se complementan, se asocian para formar el entramado de ese puzzle de caos ordenado que es este país. Pero creo que Chiapas constituye una de las piezas más importantes y fundamentales. Por una parte, Chiapas es el estado más pobre de México, y, en gran medida, ello se debe a su alta población indígena y a la marginación a la que ésta se ve sometida ( sí, vale, hay ayudas federales, pero son como parches que se van poniendo a cada problema emergente, sin pensar en la solución global, a largo plazo, y definitiva ). Por ejemplo, no hay un sistema de transporte público que garantice la asistencia a clases para los niños de las comunidades (en Chiapas muchos niños viven en comunidades, y en época de lluvias no hay casi ni carreteras).

Un trocito de Pacífico

Que por cierto de pacífico no tiene nada… Las impresionantes costas Oaxaqueñas, además de no estar tan turistizadas como Acapulco o Puerto Vallarta, constituyen un lugar alternativo, de paz, surf y fiesta. Lo único no tan bueno que tienen es que se encuentran un poco lejos. Bordeando la costa de norte a sur encontramos lugares donde perdernos, como el Parque Nacional de las Lagunas de Chacahua, Puerto Escondido, Zipolite y Mazunte en Oaxaca (también Huatulco y sus bahías) y Boca del Cielo en Chiapas. Pero no son las únicas opciones. Más al norte, en el estado de Nayarit, se encuentra un lugar verdaderamente mágico: Playa Escondida ( ¡y vaya que sí lo está! ). Pertenece a las Islas Marietas, por lo que su acceso únicamente se lleva a cabo nadando. Se puede tomar un barco desde el embarcadero que lleva hasta la “entrada” donde hay que sumergirse y nadar hasta el otro lado de la cueva. Aquí podéis ver cómo: https://www.youtube.com/watch?v=8ZX5i1AZ3cQ Sin embarg

Dicen que en Oaxaca...

En la ruta hacia el sur de México, a unas 4 horas de trayecto en camión (autobús) desde Puebla, y unas 6 desde México DF, se encuentra Oaxaca de Juárez. Oaxaca es una ciudad no muy grande (más viniendo del DF o de Puebla), capital del estado del mismo nombre, uno de los que guarda más tradiciones (además de ser también, tristemente, de los más pobres). Se puede visitar y conocer en un día, disfrutando de sus coloridas calles y andadores peatonales, de sus artesanías y mercados, y de monumentos como la Catedral o el templo de Santo Domingo. Además de los atractivos de la ciudad, los alrededores de Oaxaca proveen al visitante de numerosas alternativas para conocer. El árbol del Tule es uno de ellos. Es el árbol con el diámetro de tronco más grande del mundo, de edad desconocida (aproximada en 2000 años), orgullo de los oaxaqueños. Y en la misma ruta se encuentran Mitla e Hierve el Agua. Una de las dificultades a la hora de llegar a ciudades no tan grandes, al menos en

Angelical Puebla (México)

Dejando por un momento el DF de lado (ya digo que ni en 100 días lo descubres por completo), la parada natural en la ruta hacia el sur es Puebla. Heroica Puebla de Zaragoza, o Puebla de los Ángeles ( vamos, Puebla, a secas, de toda la vida ) es, pese a que muchos no habrán oído nunca hablar de ella, una ciudad muy grande para nuestro pensamiento europeo, con sus aproximados 3 millones de habitantes. La ciudad está rodeada por 4 volcanes, uno de ellos activo: el Popocatépetl, que en náhuatl significa cerro que humea , y vaya que sí humea, por lo que la emisión de gases y ceniza, así como ligeros temblores, son bastante habituales en la zona. Los otros 3, inactivos, tienen sus peculiaridades. A los pies del Popo (o don Goyo, como lo llaman los habitantes de sus faldas) descansa el Iztaccíhuatl o mujer dormida , peculiar porque de él se cuentan historias y leyendas que envuelven al Popo y a este gigante dormido. El tercero es La Malinche, que toma su nombre en honor a la indígena

Distrito Federal (primera parte)

Mi recomendación siempre es visitar el DF de forma que sea posible disfrutar del domingo en el centro. Los domingos en la mañana, desde las 8 hasta las 15 horas, se cierra el centro (las calles aledañas al zócalo, la impresionante avenida Reforma hasta Chapultepec…) para que la gente vaya en bici, patines, corriendo… Una impresionante marea sobre dos ruedas inunda el centro de la ciudad, y como si de verdadero tráfico se tratara, exige una gran logística para evitar incidentes.  Para conseguir una bici lo único a tener en cuenta es el madrugón (ni tanto, para ser México, donde mucha gente sale a correr a las 6 de la mañana, o van al gimnasio a esa hora…). Hay diversas casetas de colores amarillo y azul que a diario alquilan bicicletas de forma gratuita durante un período máximo de 3 horas, dejando un par de documentos identificativos y rellenando un formulario. Se encuentran en el zócalo, en Reforma... incluso en colonias como Roma, Condesa, Polanco, Coyoacán... Acudiendo a es

Mexicool

Hay dos opciones a la hora de hacer un viaje. Una es planear adónde quieres ir, qué quieres hacer, o bien dejarte llevar… La otra es buscar en Ryanair o similares los lugares adonde volar sea lo más barato. En México no existe Ryanair. Hay compañías de vuelos baratos, como Volaris, Vivaaerobus o Interjet, pero no son tan baratos como nos tienen acostumbrados en Europa. Una muy buena opción de viaje en México es el autobús, bastante cómodo pese a las largas horas que puede durar casi cualquier viaje, y a un precio razonable en la mayoría de los casos. De hecho, hay autobuses muy baratos, de segunda clase, en los que el viaje no es tan malo, dependiendo de la suerte que tengas. Y también los hay de lujo, pero he de decir que son tan amplios, cómodos y lujosos (y caros) que la única vez que fui en uno no pude dormir de la emoción. Además, si eres estudiante en México, en períodos vacacionales todas las compañías ofertan una serie de plazas (variables en función del destino y

Comenzamos!

Cada persona tiene una piedra de toque. Algún hobbie u obsesión enfermiza por un estilo, un juego, una ropa, un deporte... Mi piedra de toque son los viajes. Hace varios años, durante un InterRail (el único que he hecho, pese a que siempre quise repetir de nuevo la experiencia), llegamos a un hostal en Budapest. El dueño era un coreano simpatiquísimo, que nos dio vino y nos juntó a todos los que estábamos alojados para que nos conociéramos (incluido un señor mayorcete y bastante raruno). El tipo, ingeniero, había dejado su acomodado trabajo en Alemania para viajar por Europa del este, y quedó enamorado de Budapest. Con lo que le quedaba de dinero, había comprado un piso de una antigua vivienda, lo había remodelado (más o menos) y ofertaba el alojamiento más barato de toda la ciudad (que, dicho sea de paso, fue la razón de encontrarnos nosotras ahí), ya que él opinaba que viajar era un requisito indispensable para todo el mundo, si bien es cierto que sin dinero era un hecho materialme