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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Diario de Colombia, por Juan Sedano

La segunda colaboración de este blog me trae muchos recuerdos de mi viaje a Colombia en las navidades pasadas. Muchas de las vivencias que relata me transportan a esa Latinoamérica viva que extraño tantas veces. Su autor, Juan Sedano, es un verdadero viajero, capaz de transmitir toda esa vida, todas esas emociones, todas esas sensaciones y todo eso que a veces experimentamos al viajar y al poder compartir momentos, más que descubrir lugares. Así que, al lío. Posdata: me he tomado la libertad de incluir algunas imágenes de mi viaje a Colombia, ya que también estuve por el Cabo de la Vela, hablando con muchos wayuus, y por Palomino y Cartagena. Diario de Colombia Los primeros días en este continente sagrado transcurren desde la primavera eterna de Bogota a la fiesta perpetua de los costeños de Palomino. La ciudad de Bogota únicamente me ha transmitido hasta el momento el terror de la desigualdad. Sería absurdo vivir allí pero también he sacado cosas buenas como conocer a Marìa y

Yugoslavia (cuarta parte): nos llevamos un regalo de Sarajevo

No puedo hablar del viaje balcánico sin contar una historia de la que fuimos testigos directos, que nos marcó profundamente. Una historia que tuvo lugar cuando, llegando a Sarajevo de vuelta en el bus desde Belgrado, le pedimos al conductor que nos dejara cerca de la casa donde íbamos a pasar la noche. Después de subir unos 20 minutos por la colina, encontramos la calle, pero... no había señales del número al que teníamos que ir. Del 41, al 45 y sin rastro del ansiado 43 (nuestro destino). Los bosnios ya me habían demostrado varias veces su carácter afable y amigable, y esta vez no fue una excepción. Preguntamos a unos chicos si podían ayudarnos, y enseguida organizaron una batida, preguntando a todo aquel que se encontraban y enrolándole para la causa. A todo esto, eran más de las 11 de la noche. A todo esto, los reclutadores me proponían llamar por teléfono a la mujer que nos esperaba, cuando por fin, la encontramos. Lo mejor de todo es que no sabíamos que, aquí en Sarajevo,

Yugoslavia (tercera parte): Belgrado, la capital de Serbia

Hay dos curiosidades sobre el viaje a Belgrado que me hacen mucha gracia: la primera, que en la frontera nos pararon e inspeccionaron (mochilas incluidas). Primer aviso de que no íbamos a encontrar muchos turistas por allí (una vez más, éramos los únicos extranjeros en el autobús). La segunda, es que antes de salir de Sarajevo, Eva (la polaca con la que estuvimos) no dejó de sorprenderse de que fuéramos por nuestra cuenta y riesgo a Serbia, donde el alfabeto ( cirílico ) es totalmente distinto, y decidiéndolo así, de la noche a la mañana. La pobre debió de pensar que estábamos rematadamente locos. En parte, me doy cuenta de que Eva tenía algo de razón: esa mañana habíamos cogido el autobús a las 6 de la mañana, y como no estábamos seguros de encontrar taxis a esa hora (de hecho, no los encontramos), nos levantamos a las 5 para un cardio en ayunas que dirían mis locas amigas profesoras, y nos fuimos caminando a la estación de autobuses (40 minutillos). Cuento esto porque es necesario