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Después de 43

Llevo mucho tiempo sin escribir. Como un paralelismo, desaparecida como los 43 estudiantes de la escuela de Ayotzinapa, sobre los que escribí en mi último post. Pero es que, ¿cómo iba a escribir sobre viajes, sobre rutas, sobre monumentos o experiencias vividas después de que algo así haya quedado impune? ¿Cómo volver a escribir sobre cualquier cosa después de que el Estado se viera inmerso en la desaparición de 43 personas y que todo ello haya quedado en el olvido?

Pues vuelvo a escribir para protestar, o para indignarme, o para clamar, o para lo que sea, por los 700 muertos – que se dice pronto – en aguas del Mediterráneo. Y me indigno tanto o más por cómo volvemos la mirada y nos auto-exculpamos de este tipo de cuestiones. ¿Quiénes nos creemos para determinar que no tenemos parte de culpa, cuando son los países de Occidente los que se benefician de las malas condiciones de esos países de África? ¿Quiénes somos para decir que no tienen derecho a venir, que se queden en sus países cuando nosotros no hemos hecho nada para nacer donde hemos nacido? ¿Quiénes nos creemos para justificar lo injustificable, creyendo que las fronteras solo afectan a personas inocentes, y no al poderoso Don Dinero?

Me indigna que digamos “qué pena” mientras cambiamos de canal, o quizás nos quedemos reflexionando, mirando de repente el Whatsapp (no sea que nos llamen para tomar unas cañas), permaneciendo impasibles ante las realidades amargas de otra gente que no ha hecho nada más que nacer en una zona en conflicto, en un país donde hay una guerra, o donde tiene que estar en condiciones de esclavitud para subsistir.

Me indigna nuestro inmovilismo, nuestra parálisis de actos, nuestra inacción, nuestra conciencia tranquila.

Me indigna cómo defendemos nuestro derecho a estar tranquilos en nuestro país, mientras clamamos contra lo injusto de que nos toque fregar platos en Londres. Me indigna nuestra hipocresía cuando no nos paramos ni a pensar ni a tratar de entender que seres humanos iguales a nosotros, excepto en el color de piel o en la forma de vestir, intentan llegar al sueño europeo (o al mal llamado Americano, como si toda América fuera solo EEUU). Y pensamos – esto me indigna sobremanera – que por qué, que para qué, que ellos no tienen derecho.

Me indigna que no nos demos cuenta de nuestra parte de culpa, que no nos demos cuenta de que son nuestros países los que financian ciertos conflictos en África, que no nos demos cuenta de que gracias a que en ciertos países ciertas materias son baratas, podemos comprarnos el último móvil, la última Tablet, el último lo que sea.

Me indigna que no pensemos en cómo es posible que las cosas chinas (por ejemplo) sean tan baratas, que no nos planteemos que sigue habiendo esclavitud, incluso infantil, para que podamos permitirnos ciertas cosas, que no nos planteemos nada.

Me indigna que no pensemos, que dejemos que otros piensen por nosotros.


Me indigna la crueldad que mostramos mientras, impasibles, seguimos con nuestras vidas como si nada, como si fueran otros los que tuvieran que hacer algo. O peor, como si no hubiera nada que hacer. Que ponen Gran Hermano en la tele.

Comentarios

  1. BRAVOOOO!!!!!mujer por Dios es tu primer post que leo, bueno el segundo que llegue aqui por un articulo sobre Mexico, y creo en verdad que piensas muy similar a mi...gracias por poner palabras a mis pensamientos!

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  2. Muchas gracias!!! Me hacen mucha ilusión mensajes como los tuyos!! :) Haremos posible un cambio en el mundo!

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