Sí, es normal que tu abuela o abuelo te digan que no se te ha perdido nada en ese lugar del mundo que se te ha antojado conocer, en el mejor de los casos si no es un país peligroso donde por supuesto todos te avisan contra los grandes percances que te acechan a la vuelta de cada esquina (lo mejor de todo es que seguramente su ignorancia sobre el tema sea directamente proporcional a la cantidad de morbosos capítulos de programas como "En tierra hostil" que hayan visto). Ya sabéis a qué me refiero. Sin embargo, personalmente no sólo os animo a ir a esos lugares, sino que además os doy 10 razones por las cuales debéis hacerlo, al menos una vez en la vida, aunque sea para saber que esto de ser mochilero no es para vosotros:
1. Por eso, porque no va nadie. En primer lugar, encontrarás un lugar "virgen", en el sentido de que no estará masificado de turistas, ni repleto de las típicas tiendas de souvenirs Made in China con regalos inútiles iguales a los que encontrarías en tu lugar de origen. En segundo lugar, porque con un 99% de seguridad, los habitantes locales no estarán acostumbrados a hordas de turistas, así que seguramente estén tan deseosos como tú de explicarte las mil maravillas de su localidad, o de ayudarte si te has perdido, o de contarte anécdotas únicas.
2. Porque conocerás una cultura de la que previamente no sabías absolutamente nada. En todos los casos en los que he viajado a sitios "poco frecuentados" o "poco recomendados", antes de ir sabía poco más que dos datos geográficos contados. Y resulta que siempre vuelvo ávida de curiosidad, con un montón de nuevos conocimientos de una cultura que me sorprende y con unas ganas locas de saber muchas más cosas sobre el tema.
3. Porque además, resulta que te conoces más a ti mismo y a tu cultura. Valorarás las cosas buenas que tiene tu cultura y tu país, las cosas buenas que tú mismo tienes, o incluso las malas. Te hará ver aquellos puntos en los que tienes que mejorar (por ejemplo, en mi caso, sé que hay tres razones que pueden hacer que un viaje al paraíso se vuelvan una pesadilla, y son: el cansancio (si no duermo, malhumor asegurado), los mosquitos y el hambre) o quizás esa capacidad de comunicarte en swahili que no sabías que tenías.
5. Porque es un riesgo. Viajar no es meramente conocer un lugar físico, pasear por sus calles o visitar sus monumentos. Lo mejor de viajar es descubrir otras realidades, otras formas de pensar, otras formas de vivir, y aprender de la riqueza espiritual que a diario nos pasa inadvertida. Viajar es un ejercicio de aprendizaje y apertura mental que nos hace más complejos y completos.
5. Porque te sacudirá por dentro. Removerá todos tus cimientos, incluso los que creías más que asegurados. Te cuestionarás el orden de las cosas, quizás hasta volverás con otros principios e ideales, o te plantearás que quizás estabas equivocado respecto a según qué cosas. Abrirá tu mente y te hará escuchar más y mejor, planteándote que puede que no supieras todas las cosas que creías saber.
6. Porque seguramente te puedas permitir el "lujo" que supone comer comida local y moverte por el país de los destinos más turísticos, más frecuentados o los más "normales" (siempre me ha encantado esto de ser"normal". ¿Quién decide qué es normal y qué no lo es?). En Bosnia y Serbia me pasé el día comiendo su sabrosa comida por dos duros, al igual que en Marruecos, en Polonia, en México o en Colombia.
7. Porque conectas de una manera especial con esos lugares. Seguramente al volver hables maravillas del viaje, aunque según qué cosas sabes que no las podrás contar y que tendrás que quedártelas para ti, pero lo mejor es que, aunque haya gente a la que animes a ir, en tu fuero interno desearás que ese lugar siga como estaba cuando lo conociste, que no se convierta en un avispero de gente, y que si alguien va a descubrirlo, sea como tú. Al volver, basta una mención (un libro, una noticia, una canción) para identificarte con el lugar y relacionarlo con tu viaje. Volverás dispuesto a acabar con todos los prejuicios y falsos mitos sobre el mismo, y sentirás que sólo aquellos que lo conocen lo pueden juzgar.

8. Porque te das más cuenta que nunca de la importancia de lo inmaterial. Seguro que vuelves con el espíritu lleno de vivencias, inquietudes e historias, y de repente, cuando pares a pensarlo, te darás cuenta de que en los mejores momentos, los de las mayores risas o las vivencias más intensas, te dedicaste en cuerpo y alma olvidándote del resto. Y de eso, que quedará marcado a fuego en tu interior, la grandísima mayoría de las veces no tendrás fotos ni recuerdos más que aquellos que guardes tú. Porque la magia no se puede retratar, porque la belleza no se puede encerrar y porque las sensaciones no se pueden capturar.
9. Porque vas a generar un cambio en tu entorno, además de en ti mismo. Probablemente, algún amigo, conocido o familiar se plantee que quizás todas sus concepciones previas eran erróneas o, si no las ha tenido, se plantee también otro tipo de experiencias vitales. No, no vas a cambiar el mundo por viajar, pero seguramente cambies tú y puedas hacer algo de pedagogía a tu alrededor, que no es poca cosa.
10. Porque... ¿por qué no?
1. Por eso, porque no va nadie. En primer lugar, encontrarás un lugar "virgen", en el sentido de que no estará masificado de turistas, ni repleto de las típicas tiendas de souvenirs Made in China con regalos inútiles iguales a los que encontrarías en tu lugar de origen. En segundo lugar, porque con un 99% de seguridad, los habitantes locales no estarán acostumbrados a hordas de turistas, así que seguramente estén tan deseosos como tú de explicarte las mil maravillas de su localidad, o de ayudarte si te has perdido, o de contarte anécdotas únicas.
2. Porque conocerás una cultura de la que previamente no sabías absolutamente nada. En todos los casos en los que he viajado a sitios "poco frecuentados" o "poco recomendados", antes de ir sabía poco más que dos datos geográficos contados. Y resulta que siempre vuelvo ávida de curiosidad, con un montón de nuevos conocimientos de una cultura que me sorprende y con unas ganas locas de saber muchas más cosas sobre el tema.
3. Porque además, resulta que te conoces más a ti mismo y a tu cultura. Valorarás las cosas buenas que tiene tu cultura y tu país, las cosas buenas que tú mismo tienes, o incluso las malas. Te hará ver aquellos puntos en los que tienes que mejorar (por ejemplo, en mi caso, sé que hay tres razones que pueden hacer que un viaje al paraíso se vuelvan una pesadilla, y son: el cansancio (si no duermo, malhumor asegurado), los mosquitos y el hambre) o quizás esa capacidad de comunicarte en swahili que no sabías que tenías.
5. Porque es un riesgo. Viajar no es meramente conocer un lugar físico, pasear por sus calles o visitar sus monumentos. Lo mejor de viajar es descubrir otras realidades, otras formas de pensar, otras formas de vivir, y aprender de la riqueza espiritual que a diario nos pasa inadvertida. Viajar es un ejercicio de aprendizaje y apertura mental que nos hace más complejos y completos.
5. Porque te sacudirá por dentro. Removerá todos tus cimientos, incluso los que creías más que asegurados. Te cuestionarás el orden de las cosas, quizás hasta volverás con otros principios e ideales, o te plantearás que quizás estabas equivocado respecto a según qué cosas. Abrirá tu mente y te hará escuchar más y mejor, planteándote que puede que no supieras todas las cosas que creías saber.
6. Porque seguramente te puedas permitir el "lujo" que supone comer comida local y moverte por el país de los destinos más turísticos, más frecuentados o los más "normales" (siempre me ha encantado esto de ser"normal". ¿Quién decide qué es normal y qué no lo es?). En Bosnia y Serbia me pasé el día comiendo su sabrosa comida por dos duros, al igual que en Marruecos, en Polonia, en México o en Colombia.
7. Porque conectas de una manera especial con esos lugares. Seguramente al volver hables maravillas del viaje, aunque según qué cosas sabes que no las podrás contar y que tendrás que quedártelas para ti, pero lo mejor es que, aunque haya gente a la que animes a ir, en tu fuero interno desearás que ese lugar siga como estaba cuando lo conociste, que no se convierta en un avispero de gente, y que si alguien va a descubrirlo, sea como tú. Al volver, basta una mención (un libro, una noticia, una canción) para identificarte con el lugar y relacionarlo con tu viaje. Volverás dispuesto a acabar con todos los prejuicios y falsos mitos sobre el mismo, y sentirás que sólo aquellos que lo conocen lo pueden juzgar.

8. Porque te das más cuenta que nunca de la importancia de lo inmaterial. Seguro que vuelves con el espíritu lleno de vivencias, inquietudes e historias, y de repente, cuando pares a pensarlo, te darás cuenta de que en los mejores momentos, los de las mayores risas o las vivencias más intensas, te dedicaste en cuerpo y alma olvidándote del resto. Y de eso, que quedará marcado a fuego en tu interior, la grandísima mayoría de las veces no tendrás fotos ni recuerdos más que aquellos que guardes tú. Porque la magia no se puede retratar, porque la belleza no se puede encerrar y porque las sensaciones no se pueden capturar.
9. Porque vas a generar un cambio en tu entorno, además de en ti mismo. Probablemente, algún amigo, conocido o familiar se plantee que quizás todas sus concepciones previas eran erróneas o, si no las ha tenido, se plantee también otro tipo de experiencias vitales. No, no vas a cambiar el mundo por viajar, pero seguramente cambies tú y puedas hacer algo de pedagogía a tu alrededor, que no es poca cosa.
10. Porque... ¿por qué no?
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