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La Paz, Baja California Sur

Nuestra llegada a La Paz fue casual y espontánea. Ni sabíamos qué había allí, ni si merecía la pena. Solo sabíamos que había playa y que era uno de los destinos de Volaris que entraban dentro de los susceptibles de un código promocional que nos habían dado. Y encontramos un lugar paradisíaco, aún no tan explotado para el turismo, con playas majestuosas, un clima envidiable (calor y más calor, excepto los días que solo hace calor) y una cultura muy, muy diferente del resto del país.


La Paz es una pequeña ciudad provinciana, capital del estado de Baja California Sur, el cual posee un enclave turístico conocidísimo para los gringos como es Los Cabos. Sin embargo, no puede haber más diferencias entre ambas ciudades. Los Cabos es una ciudad hecha a la medida de los estadounidenses ávidos de encontrar sol y calor con las comodidades de sus lugares de origen, sin otra preocupación que poder beber cuando aún son menores de 21 años ya que en su país no está permitido.

Quizás es por esto, por la cercanía con Los Cabos, que La Paz no ha sido tan explotada como tal al turismo. Aquí no hay hostales, tan solo algunos hoteles más o menos grandes. El lugar más barato (poseedor de un peculiar encanto) es el Hotel Yeneka, con un precio de $200 por persona y noche (unos 12€), incluyendo desayuno. Aunque también se puede acampar en dos playas: El Tesoro y El Tecolote.


El Hotel Yeneka es un lugar de visita en sí mismo. No hay ni un pedazo de pared libre, ni de techo, y juraría que ni de suelo. Todo está cubierto y repleto de distintos objetos curiosos de la zona, como si de un museo de la vida se tratara. Tan pronto te encuentras un mono “conduciendo” un jeep como cuernos de ciervo, conchas, calaveras o antiguos reproductores de música.

La ciudad, como digo, es muy tranquila y sosegada. El Malecón tan solo se llena de gente los fines de semana en la noche, cuando los lugareños se dedican a “maleconear”, que consiste en dar vueltas y vueltas en coche los más afortunados, caminando los menos, para ronear (que diríamos en España) y ligotear lo que se pueda.

Si bien las playas del Malecón dejan bastante que desear, las cercanas a La Paz (un camión urbano te lleva por unos $10) son increíbles. Múltiples son las opciones, y el camión va parando en casi todas ellas. Las más visitadas (pero jamás masificadas, en parte por la escasa densidad poblacional del estado) son El Tesorito, Balandra, El Tecolote y La Ventana.


Estas playas se caracterizan por aguas cristalinas y apacibles. Están bañadas por el Mar de Cortés, y el clima privilegiado que disfrutan hace que también sean cálidas, al igual que la temperatura exterior. La mayoría son poco transitadas, por lo que siempre se pueden observar peces de todos los tipos y colores, e incluso mantarrayas.


Pero no son el único destino alrededor de La Paz. Las islas Partida y Espíritu Santo, cercanas a la costa, conforma un área natural protegida y reserva de la biosfera, cuyas aguas y superficie albergan una gran riqueza en fauna y flora. No en vano Jacques Cousteau las llamó “El acuario del mundo”. Es posible visitarlas, aunque es casi obligatorio en tours (nada baratos), pero generalmente incluyen el snorkel con leones marinos, ya que en un islote del complejo insular se encuentra una colonia de estos animales. El precio ronda los $500-600 (entre 30 y 35 euros), con comida y bebida incluídas.


No solo son un lugar para buceadores. Cuentan con numerosas playas prácticamente vírgenes, adonde solo llegan pescadores de la zona y alguna que otra lancha de turismo (en tour). Estas islas deshabitadas (excepto, como digo, por pescadores durante determinado número de meses) y su ecosistema desértico conservan especies endémicas como mamíferos y reptiles. Su visita creo que, pese a que se sale un poco del viaje low cost, bien merece la pena. También hay tours de avistamiento y snorkel del tiburón ballena, de septiembre a abril, época durante la cual el pez más grande del mundo habita estas cálidas aguas.

 

Además, la Baja California es reconocida dentro y fuera de las fronteras mexicanas por la calidad de sus vinos, si bien es cierto que apenas se comienzan a comercializar. Esto tiene una razón histórica que se remonta a tiempos de la Conquista: cuando los españoles llegaron a México, pese al clima de ciertas regiones idóneo para el cultivo de uva, prefirieron llevar a cabo vino tan solo en España, lo que beneficiaba al mercado español, evitando que éste se devaluara. Sin embargo, en los últimos años algunos vinícolas más o menos entendidos se acercan por estas tierras. Si te gustan las rutas de este tipo, hay varios viñedos y casas vinícolas dedicados a ello.

Y esto no es todo. Puede que La Paz no sea un gran destino turístico, pero sí es un destino muy, muy importante para la ballena gris. Este cetáceo se aparea y da a luz casi siempre en las aguas cercanas a las costas de Baja California Sur, donde habitan durante el invierno hasta que migran en el verano a aguas más frías, llegando hasta Alaska. Así que de diciembre a marzo es posible verlas, de forma casi masiva, en la Bahía Magdalena, uno de sus santuarios, aunque no es ni mucho menos el único, pero sí el más cercano a La Paz. Seguramente nunca te habías planteado que te gustaran las ballenas, pero su avistamiento es un espectáculo único, por lo cual te recomiendo encarecidamente que viajes a La Paz en esa época.


Una opción a tener en cuenta en Baja California Sur es alquilar un coche. Los autobuses son bastante carillos, así que si sois 2-3 o más de seguro os sale más rentable. En el aeropuerto o en cualquier sitio os informarán de la más barata, que normalmente cuesta $600 por día (unos 35€). De esta forma, os podréis mover con comodidad por las playas (aunque la opción de los camiones también es viable siempre que sea más o menos cerca de La Paz) o bajar hasta Los Cabos, atravesando el pueblo mágico de Todos los Santos. 

La carretera que lleva de La Paz a Los Cabos puede tomarse de dos formas: bordeando el Pacífico por la costa oeste de la península, o bordeando el Mar de Cortés por la costa este. Lo más impresionante, obviamente, se encuentra en la punta, en Los Cabos, donde se unen el Pacífico y el Mar de Cortés. Por el lado del Pacífico, se encuentra de camino el pueblo mágico de Todos los Santos. Un lugar entrañable (pero que no considero de obligada visita), cuya mayor peculiaridad es que allí se encuentra el Hotel California (sí, sí, el de la mítica canción de The Eagles).

Los Cabos es otra cosa. Un Disneyland de la zona. Indudablemente su costa es preciosa, y sus playas también, con peculiaridades como la playa del Amor (del lado del mar de Cortés) y la del Divorcio (lógicamente en el lado del Pacífico, pero que obviamente se caracteriza por un mar embravecido). Sin embargo, es otro de los sitios de México donde antes te hablan en inglés que en español, y eso es mala señal. Vamos, que está súper preparado para el turismo, pero no esperes ni precios bajos ni un ambiente como el de La Paz.



Por supuesto, miles son los lugares y lugarcitos entre La Paz y Los Cabos, por una y otra cosa, cuyas playas merecerían ser incluidas. O todos esos rincones desérticos que se nos hacen tan extraños y ajenos. Pero a tu elección y descubrimiento lo dejo, ¿a qué esperas para descubrirlos?

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